PIDO LA PALABRA. Con este foro de opinión, coordinado por nuestro académico Juan Manuel Bellver, la AMG quiere ofrecer un altavoz para que los profesionales del sector expresen sus ideas sobre temas que nos conciernen a todos los que amamos la gastronomía madrileña.
por Luis Pacheco*
Transcurrían los años setenta. España estaba en plena transformación, aún no se había producido el cambio de régimen, ni se había iniciado la Transición, ni la transformación hacia la democracia a través de la Constitución.
Por aquél entonces, recuerdo que cuando salía del colegio, me dirigía hacia donde estaban mis padres, en su establecimiento de frutas del Mercado de Santa María de la Cabeza. Recuerdo sin pudor su alegría cuando me veían llegar; allí realizaba las tareas o deberes y jugaba con otros niños de mi edad, hijos de otros comerciantes. Éramos una gran familia.
El oficio era así de exigente, la conciliación se inventaba sobre la marcha en un ambiente de solidaridad y apoyo mutuo. Al ser el segundo de seis hermanos, me tocó compatibilizar mis estudios con la ayuda en el establecimiento, y con apenas 14 años, comencé a bajar en verano al Mercado Central de Legazpi, para ayudar a mi padre en su ingente trabajo de frutero. Me gustaba mucho estudiar, pero la profesión de frutero es una pasión que fui aprendiendo “a fuego lento”. Fui fichado por El Corte Inglés muy joven para crear un departamento de Control de Calidad, y allí trabajé 13 años. Como no quería dejar aparcados los libros continué mis estudios de Ciencias Económicas y Empresariales en la UNED.
La pasión por el oficio crecía y crecía. Divulgué sus bondades, colaboré en TV, radio, prensa, etc., en charlas a escolares en colegios y en eventos o debates, pero lo que siempre me llamó la atención es que este oficio solo se puede aprender como los antiguos oficios artesanos, no se imparte en Universidades, no existe la licenciatura en ‘fruterología’. La transmisión se debe hacer del maestro al aprendiz, no hay otra forma, no hay límites. Hay que saber de botánica y de marketing, ejercer de biólogo en la conservación de alimentos, saber que el etileno madura las frutas en su cambio por oxígeno, etc. También hay que saber de escaparatismo, y de gestión, ser eficaz en Recursos Humanos y creación de empleo, ser un experto en logística y en tributos e impuestos, así como ser un buen comunicador, ser capaz de soportar jornadas de 16 horas diarias, y estar dispuesto al sacrificio del madrugón y como autónomo, pasar lesiones o enfriamientos, etc.
Me siento muy agradecido a esta profesión, que además me ha dado muchas alegrías. En 2010 recibí el Premio Alimentos de España a la Distribución Alimentaria, la primera pyme del sector que lo recibía, y el Premio a la Excelencia de ASALMA. Continué apostando por crear trabajo y empleo, pero el mejor premio siempre fue la sonrisa y aprobación del cliente que nos visitaba.
Estos días pasados, sentí estupor al leer una publicación en redes donde, para justificar el coste de la factura de la luz, se utilizaba al frutero como ejemplo diciendo que te cobraba la patata a precio de aguacate, y que se estaba forrando, estafándote, etc., dando una guantada “a mano abierta” a todo un sector.
Evidentemente es un comentario injusto y sin rigor, que no se ciñe a la verdad y que carga contra honrados comerciantes que comienzan a las 4.00 de la mañana su jornada para dar un valiosísimo servicio a la sociedad ya que además España es el primer país productor de Europa, y precisa un sector detallista que potencie su consumo interno, en nuestro país y en las nuevas generaciones.
Como presidente de Honor de la Federación de Agrupaciones Detallistas de Frutas de España creo que sería lo más justo una rectificación a ese comentario, sobre todo cuando más del 50% de los comercios de frutas de los 46 mercados de Madrid están cerrados por falta de relevo generacional, y por su falta de viabilidad.
El sector de los fruteros, y todo el comercio, en general, estuvo y está a la altura de las circunstancias. Ha sufrido lo indecible en estos meses, y sigue luchando por sobrevivir y ofrecer un servicio imprescindible para la sociedad. En este sentido, todo el sector está esperando que los Presupuestos de la Comunidad de Madrid tengan luz verde para recibir los 600 millones de euros en ayudas directas para que estos negocios también superen el COVID-19.
El honor, imagen, prestigio y empatía de estos sufridos fruteros está muy por encima de opiniones populistas, extremistas o frentistas que buscan justificar lo injustificable.
Por tanto, honor y respeto al noble oficio del frutero.
(*) Luis Pacheco Torres es propietario de las tiendas Gold Gourmet