Compatibilizar la música y la gastronomía es una de mis aficiones favoritas. Después de asistir a un gran concierto o una estupenda zarzuela que mejor que terminar la velada con una cena acompañada de un vino, especialmente si el vino es sublime, como es el caso que nos ocupa.  Pocas veces lo lúdico y lo onírico se dan la mano de forma tan natural y las sensaciones son tan placenteras.

Hablar del vino Château Margaux son palabras mayores. Su origen, historia, la valoración de los expertos durante décadas y su precio, es difícil encontrar una botella por debajo de 600 € y algunas añadas míticas, como la de 1900 no se encuentran por menos de 9.000 €, por no hablar de una botella “especial” de 2009 (tamaño Baltasar, 12 litros) que vi en el aeropuerto de Dubái al módico precio de 180.000 €, hacen de este vino un artículo de lujo para conocedores, millonarios o fetichistas.

 Hay muchos Châteaux en Burdeos, pero los de la zona del Medoc destacan por su personalidad, por ser palacios elegantes dentro de inmensas fincas rústicas. El Château Margaux es uno de los más bonitos, se le conoce como el Versalles del Medoc. En esa gran finca, casi 300 hectáreas, se realiza uno de los mejores vinos del mundo. Empezaron a producir vino en el siglo XII, pero es a partir del siglo XVI cuando comienza a ser conocido y apreciado en Francia.

Dos personajes históricos ayudan a que  Château Margaux sea uno de los vinos más famosos del mundo. El primero, Thomas Jefferson, embajador en Francia durante 5 años una década antes de ser investido como tercer Presidente de los Estados Unidos, amante de los buenos caldos, considera que Château Margaux es el mejor vino del mundo y pronuncia la famosa frase “No puede haber una botella de vino mejor que una botella de Château Margaux”. El impulso definitivo para la internacionalización y fama del Château Margaux, se produce en 1855 durante la celebración de la Exposición Universal de París. Napoleón III insta a la Cámara de Comercio de Burdeos a seleccionar los mejores vinos franceses para que se muestren en la Exposición como uno de los grandes reclamos para los visitantes. En esta primera clasificación solamente se eligen 4 vinos con la distinción de Premier Cru, máxima categoría: Château Haut Brion, Château Latour, Château Lafite Rothschild y Château Margaux, clasificación que ha permanecido invariable hasta 1973 cuando se ha incorporado Mouton Rothschild.

Ahora me imagino bebiendo otra vez una botella de Château Margaux de 1990 en Gerona, en El Celler de Can Roca o  en Salzburgo, en Esszimmer, después de asistir a una ópera y visitando el “cementerio”” de las botellas nunca olvidadas , aquellas que ocupan un lugar especial en nuestra memoria y que apilo en un cuarto de oficina, a pocos metros de donde escribo estas líneas. Puedo notar la elegancia, la finura, el terciopelo. Encuentro casis, arándanos, vainilla, canela. El vino más femenino de Burdeos. Una frescura y un balance extraordinario que lo convierten en símbolo de la excelencia, algo limitado a muy pocos vinos. Es en estos momentos cuando se entiende mucho mejor que una zarzuela se llame Château Margaux y que sus protagonistas, principalmente Angelita, encuentren la felicidad con dos copas de este vino y que sea capaz de contagiarla al resto de personajes.