Siempre me ha llamado mucho la atención el concepto francés de restaurante conocido como Bistrot. Locales sencillos, pocas mesas, producto de temporada y buen servicio. Es una propuesta muy atractiva para el día a día gastronómico de una ciudad. Según una leyenda urbana, la palabra Bistrot se incorpora a la lengua francesa durante la ocupación rusa de París en 1815, donde los oficiales rusos que querían ser atendidos rápidamente gritaban “bystro”. Ahora vuelven a estar de moda en París, con una corriente que se conoce como “New French Bistrot”, que se basa en un producto de calidad, servido en locales sencillos a precios competitivos y con el sello personal del cocinero.Desde hace menos de un año, Madrid cuenta con un importante exponente de este tipo de restaurantes. Local agradable, producto de temporada bien seleccionado y un servicio amable. Christophe Pais, tras el éxito de La Bomba Rice Bar, optó por este modelo para La Bomba Bistrot. Christophe cuenta con unos proveedores de mucho nivel, Higinio Gómez para caza, Cesáreo Gómez para carne y Pescaderías Coruñesas para pescado. Con ese producto, nos encontramos con un cocinero perfeccionista, que siempre busca el resultado óptimo en sus preparaciones y que no descansa hasta conseguirlo.

Durante estos meses, ha conseguido que algunos de sus platos sean muy comentados en las redes sociales  y entre los aficionados a la gastronomía. El arroz con pichón, que se caracteriza por un trabajado fondo con sus carcasas, se ha colocado entre los mejores de Madrid por méritos propios. Para los amantes del pollo, un producto difícil de encontrar bien ejecutado en un restaurante, Christophe hizo cientos de pruebas hasta cocinar el “pollo perfecto”, con tiempos de cocción y temperaturas diferentes para pechuga y muslos. Acompañado con patatas fritas y una salsa muy reducida se ha convertido en otro plato de referencia. Al igual que el postre estrella de la casa, la Pavlova, con una base de merengue, crujiente por fuera y cremoso por dentro, además de nata y fruta, que se ha ganado una legión de adeptos.

Con estos antecedentes, desde  la Academia Madrileña de Gastronomía se le propuso realizar una de nuestras reuniones habituales en su local, disfrutando de alguno de sus reconocidos platos. En un principio, planteamos la posibilidad de hacer una degustación de arroces, pero después de darle alguna vuelta, Chistophe se entusiasmó con la posibilidad de ofrecer un menú de platos franceses clásicos. A partir de ese momento, comenzó a comprar libros, buscar recetas, probar salsas, sopas y diferentes elaboraciones con una ilusión desbordante. Es extraordinaria la pasión de este cocinero por su trabajo.

Para acabar, como no podía ser de otra manera, una tabla de quesos franceses y la ya comentada Pavlova, único plato que no es de origen francés, es neozelandés, pero que no podíamos dejar de probar en una cena en La Bomba Bistrot.

Los vinos también fueron franceses. Mejor el blanco, un profundo Pouilly-Fuisse ‘Aux Scelles’ de Marcel Couturier, que el Burdeos Chateau Coulonge 2010. Los quesos los acompañamos con un vino dulce, un Baumard Coteaux du Layon.

Desde la Academia sólo podemos felicitar y agradecer a Christophe Pais por su incansable trabajo, así como a Cristina y a todo el equipo por el fantástico servicio y hacer posible que pasáramos una noche inolvidable.