“Mantener siempre un equilibrio, actuar con distancia y discreción, saber los gustos de los clientes y acordarse, aconsejar pero dejar siempre que la elección sea del cliente … además de tener una buena comida en el plato, es necesario encontrarse a gusto, en un ambiente agradable, atendido, que sea fácil disfrutar de la comida, de la cena, que todo salga a la perfección, tanto en una comida de negocios como en una cena romántica”.
Además de expresar lo que debería ser la actuación de una sala impecable, estas palabras definen a la perfección la filosofía de uno de los más grandes profesionales de la restauración española que hemos tenido la suerte de conocer durante los últimos cuarenta años: Carmelo Pérez.
Hablar de Carmelo Pérez es muy fácil, solo hay que repasar su trayectoria y empezar a desgranar las salas y comedores por los que ha pasado desde sus inicios hasta su retirada como Director de Zalacaín: Palace, Ritz, Club 31, La Meridiana (Marbella), Jockey y Zalacaín.
A lo largo de su carrera, este magnífico Director de Sala ha sido capaz de atender con la misma elegancia y profesionalidad a todo tipo de clientes; no ha hecho distinciones entre mesas con parejas jóvenes que se estrenaban en restaurantes de lujo y mesas con celebridades nacionales e internacionales o grandes empresarios y, al mismo tiempo, ha sido capaz de gestionar celebraciones con más de 1.600 asistentes y ha sido el responsable del banquete de la boda de los entonces Príncipes de Asturias y actuales Reyes de España ¿cuántos profesionales conocen capaces de hacer algo así y conseguir que todo el mundo se sienta tratado de forma especial?.
Son míticos sus 35 años al frente de Jockey (el que fue durante muchos años uno de los cuatro grandes restaurantes de Madrid junto a Zalacaín, Club 31 y Horcher) y, formó junto a José Jiménez Blas un equipo imbatible y difícilmente repetible.
Ahora que se acerca el momento de su retirada de la primera línea, todos los que hemos tenido la suerte de visitar los locales donde Carmelo ha desarrollado su carrera estaremos siempre en deuda con él y con su capacidad de convertir cada una de esas visitas en una experiencia especial donde la atención al comensal era el eje sobre el que pivotaba toda la comida.
Gracias por todo Carmelo y esperamos poder seguir disfrutando de tu saber estar durante muchos años.