En algunas ocasiones, la Vida te premia y te brinda la oportunidad de conocer a personas excepcionales. Carmen Moragrega era una de ellas. Con su entusiasmo,  su alegría y su cariño, era capaz de hacer de un día cualquiera algo especial, sólo con transmitirte su sincero y generoso afecto.

Con su vitalidad y su energía hacia sentir a cada uno de sus clientes como el más importante del mundo, sin nada impostado o fingido. Ni un gesto de cansancio, de incomodidad o de preocupación afloraban en su rostro. Desde el primer servicio de la semana hasta el último, la sonrisa jamás abandonó su semblante, ni flaqueó su sentido del servicio y atención al cliente para hacerle sentir mejor que en casa.

No cabe duda de que Marian, y el resto del equipo que, junto a ella, consiguieron hacer de Taberna Verdejo un rincón único, serán capaces de rendirle homenaje día a día continuando su labor y construyendo un nuevo Verdejo, que sin ella ya, será otro, pero no el mismo.

La vida nos la regaló y esa misma Vida, tan cruel en ocasiones, nos la ha robado de manera inesperada. Y con su pérdida, todos perdemos un trocito de Verdejo, un lugar que fue mágico porque estaba ella.

Descanse en paz.