UN TERRENO Y UNA CLIMATOLOGÍA PERFECTA PARA LA PRODUCCIÓN DE MIELES DE TODO TIPO

Madrid es una comunidad de larga tradición apícola como se aprecia en nombres de municipios como Colmenar Viejo, Colmenar de Oreja, Colmenarejo o el Pico de la Miel en la sierra de La Cabrera y se ratifica con las más de 15.000 colmenas registradas en la Comunidad en el catastro de Ensenada de 1751.

Si hacemos un poco de historia, podremos ver que la apicultura es una de las actividades más antiguas de las que se tiene noticia y las primeras referencias al arte de obtener miel provienen ya del del paleolítico; posteriormente en todas las grandes civilizaciones se encuentran noticias sobre esta actividad y en la cultura egipcia, en la china o en la persa se encuentran datos y recetas sobre la práctica de la apicultura y el uso de los productos de la colmena.

Este interés por un producto como la miel se entiende al conocer sus propiedades antisépticas, expectorantes, laxantes y diuréticas, entre otras muchas, pero además en función de nuestros gustos personales, podemos elegir el tipo de miel que queremos consumir en cada ocasión y su dulzor ha servido para enriquecer nuestros platos y bebidas de forma natural.

La conocida como “flora melífera” de un territorio es el conjunto de especies vegetales que las abejas utilizan en su recolección de néctar. Se incluyen también en este término todas aquellas especies que producen polen y/o mielatos (secreciones azucaradas a partir de las cuales las abejas también fabrican miel).

En el caso de Madrid, la diversidad geográfica y climática de la Comunidad hace que la flora melífera sea excepcionalmente variada, lo que nos permite disponer de un buen número de mieles distintas de primera calidad tanto a nivel de miel floral como de mielato. Esto se debe a la existencia de cuatro grandes tipos de formaciones vegetales donde las abejas encuentran las flores y árboles en las que pueden libar: pastizales, matorrales, encinares y robledales.

Empezando por las mieles florales (son las procedentes del proceso de libación de las flores y son de color mucho más claro y transparente), en Madrid disponemos de miel de romero, de tomillo, de castaño, de roble, de brezo, de azahar, etc… mientras que las mieles de mielato (las procedentes de las secreciones de savia de los árboles) dependen de los bosques de la zona donde se instalan las colmenas.

Para la obtención de la miel hay básicamente dos tipos de panales: los de panales móviles que consta de un marco de madera donde las abejas crean el panal o bien, cuando la colmena está en un cesto, o en un tronco hueco los panales quedan «fijados» a las paredes y techos del recipiente y, lógicamente, no es posible su extracción individualizada.

Además, hay dos tipo de cultivos, los que mantienen las colmenas en emplazamientos fijos y los trashumantes; en Madrid se da fundamentalmente el cultivo en colmenas en emplazamientos fijos que están distribuidas en casi 100 municipios de la Comunidad, especialmente en las zonas norte y oeste de la región.

A nivel gastronómico, la miel es perfecta a la hora de confeccionar distintas recetas tanto a nivel de postres como en la confección de salsas. El tradicional postre de queso fresco con miel (donde la utilización de la miel es simplemente como añadido), puede complementarse con preparaciones donde el polen sustituye a parte de la harina a la hora de confeccionar una masa o bien en la creación de gelatinas, cremas, espumas, helados, etc…